
Estos días desde EEUU nos están vendiendo que se ha aprobado “la reforma financiera más ambiciosa desde 1930” (USA Today 15/07/2010), que hemos entrado en una nueva era de regulación financiera (Washington Post), que se pretenden corregir “las causas que provocaron el caos de 2008 y arrastraron a la economía en la recesión”. Pero como ya hemos explicado en otras ocasiones, el ritmo y tiempo de la bolsa es infinitamente superior al de la pretendida regulación. Mientras Wall Street corre (cotizaciones en tiempo real con superordenadores que calculan valores en nanosegundos) los gobiernos se arrastran, reman, se ahogan. Regulan con retraso y cierta obsolescencia.
Los gobiernos desechan la idea de evitar próximas crisis y tan solo buscan soluciones de contención de sus efectos. Las diferentes medidas adoptadas consisten en resolver los problemas de solvencia y quiebras bancarias. Las multiples enmiendas republicanas han ido vaciando de substancia la “Financial overhaul” mientras Basilea III se conforma con aumentar las reservas de capital (las famosas provisiones) que deben constituir los bancos. De cualquier manera las nuevas reglas no deberían aplicarse hasta dentro de cinco o diez años para no “entorpecer la recuperación económica ni bloquear la concesión de créditos”! Por otro lado, todos saben que cualquier aumento de costes para la banca se repercutiría en los clientes de los bancos.
Así que poco o nada ha cambiado. Para el 58% de los economistas americanos la reforma es muy light. Los límites que se han establecido para arriesgar capital o ya se habían adoptado de facto o son límites con cursor, o sea que se pueden variar en función de la voluntad de los propios bancos. Los ingresos de los dirigentes no se han tocado ni los dividendos de los accionistas aunque ello suponga costes adicionales para los clientes con aumentos de comisiones que una banca omnipotente impondrá sin que nadie pueda rechistar. Mientras tanto los bancos centrales no solo no hacen nada sino que hacen como los demás, pierden su credibilidad mientras generan hiperinflación y vierten miseria por el mundo.
La ingeniería financiera tan imaginativa como nociva en estos tiempos de colapso de la economía real, sigue ofreciendo productos que son el pan de hoy y la devastación para mañana. Goldman Sachs que tan bien parada salió de la crisis “subprime” ha visto caer sus beneficios del primer trimestre de 2010 en un 82% con respecto al año pasado por tres razones: 1) el pago del contencioso que tenía con la SEC (Securities & Exchange Commission) cuyo coste se eleva a 550 millones de dólares, 2) el impuesto sobre los pluses o bonus en Reino Unido, otros 600 millones y 3) pérdidas por operaciones de “trading”. En cuanto al pago del contencioso evocado resulta bastante instructivo. Responde a una acusación de fraude (por ello pagara 300 millones de multa) por haber omitido comunicar a sus clientes que el paquete de créditos “subprime” incluidos en el CDO (Collateralized–Debt Obligation) ABACUS 2007-AC1 (bonito nombre) había sido concebido por terceros como una apuesta por el “default” del título en cuestión y a quiénes interesaba que los créditos no fueran reembolsables. Los 250 millones de dólares restantes se pagaron a los clientes Royal Bank of Scotland y el banco alemán IKB.
Aprovecho aquí para dar un repaso no exhaustivo al fértil glosario de la ingeniería financiera para mostrar algunas de sus aberraciones. Los CDO son una apuesta por la caída o depreciación de un producto financiero. No contentos con esto se crearon los CDO sintéticos, un producto derivado más. Permiten aumentar las ganancias por la bajada de valor de los CDO. No son instrumentos de deuda. El dinero que ahí se invierte no son capitales invertidos por prestamistas, son capitales prometidos por aquellos apostantes que pierden su apuesta con los que ganan. Estamos en la economía de casino pura y dura!
Podemos añadir al bestiario financiero ratios contra cíclicos, Cocos, Living wills y Bail-in.
Los Cocos (contingent core capital) son un tipo especial de obligación bancaria sometido a una cláusula de “metamorfosis automática” que transforma esta deuda en capital propio si el ratio de solvencia de dicho banco baja por debajo de un cierto límite reglamentario. El objetivo es consolidar la base de fondos propios y hacer subir mecánicamente su ratio a niveles más aceptables.
Los Living wills, más conocidos como testamentos bancarios se sitúan en la hipótesis de una bancarrota. Se anticipa en frio el posible despiece del banco permitiendo identificar los activos (filiales, departamentos…) susceptibles de ser vendidos en un breve espacio de tiempo para obtener liquidez para una eventual recapitalización. Las propias entidades financieras asumen de esta manera su más que probable bancarrota incluyéndose así en sus procedimientos de gestión al tiempo que esperan que los acontecimientos no sean hasta cierto punto dramáticos.

Los Bail-in son una prolongación de esta lógica de la aceptación de la quiebra mezclando Cocos y Living wills. Contempla adelantar cesiones que se van a efectuar combinándolas con un plan global de reestructuración de capital. En primer lugar se reconocerían severa y rápidamente las deudas aunque ello suponga la destrucción de la base de fondos propios. En segundo lugar se reconstruiría esa base por conversión en equity de acciones preferenciales y deudas subordinadas. Por fin se abriría una línea de liquidez por un consorcio bancario excepcional. La banca está anticipando así su propia caída que parece ser solo una cuestión de tiempo.
La razón del mas fuerte
No podemos evitar pensar que los gobiernos se dejan engañar cuando no son cómplices de un engaño de las masas y que sin duda quieren aparentar que se está actuando. Son aspavientos de política mediocre de carácter populista que por ignorancia o maquiavelismo (su razón de Estado) nos va abocando a pasos agigantados hacia la Gran depresión de nuestro siglo.